Las flores y el arte de la seducción


Autores: Sonia Vega García, Guillermo Bernal Sancho

¡Ha llegado la primavera! (en el hemisferio norte, no nos olvidemos) La época del año donde la naturaleza se muestra más exuberante: comienzan los rituales de apareamiento de una gran cantidad de animales, aumentan las horas de sol al día, los árboles de hoja caduca recuperan sus hojas, y las flores hacen acto de presencia. Normal que esta estación se represente como sinónimo de belleza y juventud. Así que, ¿por qué no dedicarle un artículo?

Si algo se nos viene a la mente con primavera, su símbolo, son las flores, que además de ser bonitas y decorar nuestras casas y jardines, son las estructuras reproductoras de las plantas espermatofitas (plantas vasculares que producen semillas). Por lo tanto, su principal objetivo es favorecer su polinización, facilitando el transporte de polen (donde se encuentran los gametos masculinos) en busca de los gametos femeninos en otra flor de la misma especie. Este proceso por el cual el polen de una flor fecunda a otra flor, se llama polinización cruzada.

El transporte de polen se puede realizar a través de vectores abióticos (agua o viento) gracias a mecanismos evolutivos del polen que han favorecido su capacidad flotar en el aire o de ser transportado por el agua. Por ejemplo, las gramíneas son una familia de plantas cuyo polen suele ser diseminado por el aire, y son las causantes de muchas alergias que tienen lugar sobre todo en esta época del año.

Pero, ¿y esos colores? ¿esa vistosidad? ¿ese olor empalagoso? Aquí es donde entran los vectores bióticos: animales, en su mayoría insectos (abejas, abejorros, escarabajos, mariposas, moscas, avispas…) aunque también ratones, murciélagos e incluso monos o lagartijas, que, sin quererlo, van a ayudar con la polinización, ya que al ir de flor en flor, transportarán el polen con ellos y facilitarán la fecundación.

Las flores actúan como si fuesen los escaparates de la naturaleza, una mezcla de estímulos policromáticos y olfativos que hacen que los animales se vean atraídos hacia ellas y, por si fuera poco, el dulce néctar que producen las flores, toda una golosina para muchas especies, además de polen, aceites o resinas. Imposible de resistir, una mezcla de belleza y dulzor.

No todas las flores seducen igual ni tienen el mismo éxito entre la fauna local. Las hay generalistas, capaces de tentar con sus atributos a una amplia gama de especies, y las que se han especializado en atraer a un solo género o especie. Independientemente del público, las flores tienen que desplegar bien sus estrategias para embelesarlo, porque de ello depende la reproducción y supervivencia de su especie: olores, colores y sabores entran en juego.

Por ejemplo, las flores polinizadas por colibríes tienden a ser de colores rojizos o anaranjados y a producir grandes cantidades de néctar diluido; por contra, los murciélagos se ven atraídos por flores blancas y grandes que se abren durante la noche y que producen grandes cantidades de néctar; mientras que las abejas suelen preferir las flores amarillas, azules o violetas con pequeñas cantidades de néctar concentrado.

Los colibríes prefieren las flores con formas tubulares y rojizas (Fuente: Colibripedia); los murciélagos son polinizadores nocturnos que generalmente se ven atraídos por flores blancas y grandes (Fuente: National Geographic)
Otra estrategia que han desarrollado algunas flores, y cuanto menos llamativa, son las que se han especializado en atraer a las moscas, emitiendo una fragancia similar a la putrefacción, como es el caso de la orquídea Satyrium pumilum. Una curiosa forma de seducción, pero se demuestra que cada uno tiene su media naranja, solo hay que encontrarla.

Pero en el arte de la seducción no todo son olores agradables, regalos y formas atractivas; las artimañas y engaños también juegan un papel importante, y hay flores que no son tan bien intencionadas. La producción de néctar para atraer a los animales implica un importante gasto energético que la planta podría estar destinando a otras funciones. Por ello, hay flores que lo evitan empleando la estrategia de la mimesis. Por ejemplo, la orquídea abeja (Ophrys apifera) ha evolucionado hasta llegar a tener una forma y emitir feromonas similares a la hembra de la especie polinizadora, atrayendo así la atención de los machos y engañando por completo a estos pobres animales que tratan de copular sin percatarse de lo que realmente está ocurriendo. ¡Ah, qué crueldad por un puñado de polen!

Dos especies de orquídeas que emplean diferentes estrategias. La primera es S. pumilum, que desprende un olor similar a la de la carne en descomposición para atraer a sus polinizadores las moscas (Fuente: Wikipedia); la segunda es O. apifera, que imita el abdomen de una abeja hembra para atraer a los machos de la especie mediante el engaño (Fuente: Wikipedia)
Todos estos ejemplos y situaciones reflejan las estrechas relaciones evolutivas que han tenido lugar conjuntamente entre animales polinizadores y flores, entre seducidos y seductores, que suponen un claro ejemplo de la espectacular biodiversidad del planeta, además de jugar un papel muy relevante en la misma: los polinizadores son fundamentales en la reproducción de la flora, y las flores son fundamentales en la alimentación de las especies polinizadoras (excepto si eres un macho de abeja, en ese caso, ojo, que igual no es lo que te ha contado). Es muy difícil hablar de ciclo vital de una de estas especies sin incluir al de la otra, sin uno, es muy difícil que exista el otro, por lo que es importante contemplar a un ecosistema, como eso, un ecosistema y no un conjunto de especies que por casualidad han coincidido ahí y que cada una se las apaña sin mezclarse con las otras.

Por ello, el descenso alarmante en la diversidad de insectos que estamos viviendo debido a cambios globales producidos por las actividades antropogénicas (la preocupante y aún mal descrita desaparición de las abejas, por ejemplo), puede conllevar unas consecuencias realmente alarmantes, tanto para los ecosistemas terrestres, como para la economía, y finalmente, para el propio bienestar humano.



Fuentes de consulta:

  • Simón-Porcar, V. I. & Mohamed Abdelaziz, J. A. (2018) “El papel de los polinizadores en la evolución floral: una perspectiva mediterránea”, Ecosistemas 27(2), pp.: 70-80.
  • Sosenski, P. & Dominguez, C. (2009) "Se busca polinizador", ¿Cómo ves? 127, pp: 30-33.
"Aunque le arranques los pétalos, no privarás de su belleza a la flor"
Rabindranath Tagore (1861-1909), escritor y filósofo indio, ganador del premio nobel de literatura.

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