Logo de l I edición “Yo Investigo, yo soy CSIC”. Fuente: https://www.cid.csic.es/node/364
Actualmente, y más tras lo sucedido con la epidemia producida por el SARS-Cov-2, no cabe duda de la importancia que tiene la ciencia para el progreso humano. A pesar de ello existen muchos proyectos del que existe gran desconocimiento, ya sea por la gran especificidad del tema en cuestión o por la falta de difusión de los medios de comunicación. Con esto en mente, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas ha propuesto la segunda edición del concurso conocido como “Yo Investigo, yo soy CSIC” en la que los jóvenes predoctorales ofrecen a través de videos cortos, la divulgación de sus trabajos. Los videos pueden visualizarse en YouTube, y el que más “Me gustas” obtenga (fecha límite: 19 de enero de 2021), puede obtener una beca para poder realizar una estancia en el extranjero, lo cual resulta imprescindible en su formación. A continuación, os presentamos a dos de estos jóvenes: Daniel Fernández Villa y Raúl Llamas Unzueta que nos hablan de la reutilización de residuos, pero desde un enfoque distinto. Y os recordamos que, si queréis divulgar o difundir vuestro trabajo de investigación, podéis contactar con nosotros.
¿Esconden
los gallos y las gambas el secreto para regenerar tus huesos?
Por Daniel Fernández Villa (danielfv@ictp.csic.es)
¿Cuántas veces hemos visto esas
imágenes de tortugas atrapadas entre restos de plástico? ¿Y de ballenas
atiborradas de basura? El nivel de contaminación en nuestros océanos no es
ninguna novedad, pero seguimos sin darle la importancia que merece porque, al
fin y al cabo, no somos nosotros los que nos comemos todos esos desechos. Pero…
¿y si os dijera que nos parecemos a esos animales bastante más de lo que nos
creemos?
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), se estima que a lo largo
de la semana ingerimos al comer y respirar el plástico equivalente a una
tarjeta de crédito. ¡Unos 5 gramos! Un poco fuerte, ¿no? Esto es debido a los microplásticos, que son plásticos de menos de 5 mm de tamaño que se generan debido al
desgaste de los plásticos que usamos a diario, los cuales son derivados del
petróleo y, por tanto, nunca llegan a degradarse por completo. Y bueno, aunque
aún no conocemos todas las implicaciones que esto tiene, sí que se ha visto que
los microplásticos son capaces de romper ciclos hormonales, afectan el sistema
endocrino, el sistema inmune, y son especialmente preocupantes durante el
crecimiento y en la gestación.
Ante esta situación, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
(CSIC) constituyó la plataforma interdisciplinar de plásticos sostenibles hacia
una economía circular, SusPlast (http://www.susplast-csic.org/Bienvenida/). En ella trabajan multitud de grupos de
investigación, cada uno con sus propios objetivos, pero siempre a través de
vías que permitan reducir el uso de plásticos contaminantes. De esta forma,
algunos grupos buscan encontrar fuentes alternativas al petróleo mientras que
otros buscan dar una nueva vida útil a desechos generando productos de alto
valor añadido.
¿Queréis un ejemplo concreto? En el siguiente vídeo, explicó cómo a partir de productos naturales y de desechos intenta desarrollar una
terapia para regenerar huesos débiles. Daniel trabaja en el grupo de Biomateriales
(ICTP-CSIC), el cual forma parte de la plataforma SusPlast, y en dicho grupo
buscan generar materiales con fines sanitarios desde este enfoque “eco-friendly”.
Si sientes curiosidad no dudes en hacer clic en el siguiente enlace y, si te
parece interesante su trabajo, puedes apoyarle dándole a la manita arriba.
El lactosuero,
¿un residuo o una nueva materia prima?
Por Raúl Llamas Unzueta
La economía circular trata de
cerrar los ciclos generados a partir de la fabricación de un producto. De esta
manera, los residuos pasan a convertirse en nuevas materias primas. Es el caso
del lactosuero, un residuo de un gran impacto ambiental generado en grandes
cantidades tras la fabricación de queso o yogures. Hoy en día, del total de
lactosuero generado, se consigue revalorizar aproximadamente un 60%,
principalmente en la industria alimentaria. Sin embargo, el 40% restante se
deshecha, por lo que se hace necesario encontrar nuevos usos para mejorar su
gestión y valorización.
Recientemente se ha descubierto
el potencial del lactosuero en el desarrollo de algunos biomateriales. Su uso
como precursor para obtener materiales de carbono poroso sostenibles podría
suponer una alternativa muy importante para dar una nueva vida a este residuo.
Si tienes curiosidad sobre cómo se podría llegar a conseguir, solo tienes que
visitar el siguiente video en YouTube y mostrar tu apoyo con un “Me gusta”.
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