Ejemplos históricos de cuando se nos fue la mano con el medio ambiente. Capítulo III: ensayos nucleares

Prueba nuclear Trinity (la primera) 0,016 segundos tras la explosión. La bóveda mide 220 metros de alto (Fuente: Los Alamos National Laboratory)
Autor: Guillermo Bernal Sancho

En plena Segunda Guerra Mundial, un 13 de agosto de 1942, mientras las tropas alemanas se aproximaban a Stalingrado sin saber ni con quién ni dónde se metían y Japón empezaba a ver las orejas al lobo estadounidense en Guadalcanal, comenzaba el Proyecto Manhattan en EE.UU. Este Proyecto tenía por objetivo el desarrollo de la bomba atómica antes que Alemania. El 16 de julio de 1945 se realizaba el primer ensayo de manera satisfactoria en el desierto de Nuevo México, lo que condujo al bombardeo de Hiroshima y Nagasaki el 6 y 9 de agosto de 1945 respectivamente, forzando a Japón a salir de la Guerra y causando entre 125.000 y 250.000 muertes. La bomba atómica era el arma más potente jamás creada.

Terminada la guerra, EE.UU. y la URSS quedaron como potencias dominantes e intentaron extender sus esferas de influencia entre los países europeos asolados y los imperios coloniales en descomposición. En poco tiempo la tensión aumentó tanto que en 1947 se entró en la Guerra Fría. "Fría" porque los EE.UU. y la Unión Soviética nunca se llegaron a enfrentar directamente, apoyaron guerras en América Latina, África y Asia. Estos dos países también estaban en una carrera comercial, económica, tecnológica y armamentística, donde (entre otras tecnologías militares) compitieron para ver quién tenía el arsenal nuclear más grande y más destructivo. El recuerdo del horror en Japón tenía que servir como medida disuasoria para no atacar a un país con bombas de destrucción masiva, pero para ello había que desarrollar una carrera armamentística para estar a la par, sino por delante, del oponente.

Durante dicha carrera Estados Unidos hizo 1054 pruebas hasta 1992. La URSS realizó su primer ensayo en 1949, llegando a un total de entre 715 y 969 siendo la última en 1990. Francia realizó 210 pruebas entre 1960 y 1996. Otros países como Reino Unido, India, Pakistán, China y, el último en entrar en la lista, Corea del Norte, un total de unas 2.000. Los ensayos nucleares no siempre consistían en la típica explosión cuya nube toma forma de hongo (atmosféricas) como en Hiroshima y Nagasaki, también podían producirse fuera de la atmósfera (estratosférica), subterráneas o submarinas. Las más peligrosas son las atmosféricas, causando un pulso térmico y una onda de choque inmediatos a la explosión, y liberando el resto de su energía a través de radiación que cae desde la atmósfera (ya sean las propias partículas o con el polvo) en un fenómeno llamado lluvia radiactiva, muy peligrosa porque puede caer durante décadas. A continuación, se expondrán algunos ejemplos de algunos problemas que surgieron.

Los EE.UU. tenían varias zonas de ensayo, una de ellas eran las Islas Marshall, en el Pacífico. En dichas islas se encuentra el atolón Bikini, donde se realizaron 67 detonaciones. La población local (167 personas) fue desplazada al atolón vecino de Rongrik en 1946, aunque meses después de hambruna y exposición a la radioactividad, fueron desplazados a otras islas. Tras retornos frustrados en los 70 y 80, muertes por cáncer, problemas de gestación y en los recién nacidos, el total de indemnizaciones que tuvo que pagar la administración estadounidense asciende a 150 millones de dólares. Otros habitantes de islas cercanas también se vieron afectados.

El aún visible cráter de la prueba Castel Bravo (Fuente: Google Maps)
Otro incidente que ocurrió en el atolón Bikini fue el del atunero japonés Daigo Fukuryū Maru, en 1954, cuando faenaba a una distancia de 40 km de la zona de seguridad mientras se testaba la primera bomba de hidrógeno (más potente que la atómica) Castle Bravo. Sobre la cubierta del barco cayó un polvo blanco, que resultó ser cenizas de coral impregnado de radioactividad, proveniente de islotes volatilizados por la explosión. Sus 23 tripulantes sufrieron síndrome de irradiación, a los 6 meses murió el primer tripulante (además del síndrome de radiación aguda, le hicieron transfusiones que le infectaron con hepatitis C) y los EE.UU. indemnizaron con 200.000$ a cada víctima con la condición de que nunca volviesen a pedir ninguna otra. Además, estos tripulantes sufrieron una estigmatización en Japón (al igual que los supervivientes de Hiroshima y Nagasaki), ya que la gente pensaba que la radiación era contagiosa. Luego se supo que en la zona donde estaba el Daigo Fukuryū Maru había hasta 100 barcos. ¿Qué pasó con esa gente? No se sabe.

Ya en suelo estadounidense, está el Nevada Test Site, en el Estado de Nevada. Allí se realizaron 925 pruebas, de las que 825 fueron subterráneas (este dato está muy discutido, porque datos sísmicos indican un número mayor). Esta acumulación de ensayos (sobre todo los atmosféricos) provocaron un gran aumento de los niveles de radioactividad hasta a miles de kilómetros, dispersada por el viento. El National Cancer Institute de EE.UU. lleva años realizando estudios que relacionen los ensayos nucleares con un aumento de especies radiactivas en la población (ya demostrado) y la mayor incidencia de cáncer, como el de tiroides.

Iodo radiactivo encontrado en los habitantes de EE.UU. El área de Nevada donde se realizaban las pruebas está dentro del área roja. Como los vientos circulan de este a oeste, en esta dirección es por donde se distribuyen las mayores concentraciones (Fuente: National Cancer Institute)
Hollywood también fue víctima de la lluvia radiactiva. En 1956, en Utah, se rodaba la película The Conqueror cerca del sitio donde se realizaban pruebas nucleares en Nevada. La película pasaría a la historia por dos motivos, por mala (John Wayne haciendo de Genghis Khan, imagínense) y por “maldita”: según la revista People en 1984, de los 220 integrantes, 150 habían tenido cáncer. De hecho, murieron de cáncer John Wayne (aunque también hay que tener en cuenta que fumaba como un carretero), la coprotagonista Susan Hayward, el actor Pedro Armendáriz, el director Howard Hughes… Nunca se ha demostrado con rotundidad la relación entre el rodaje y los casos de cáncer, pero resulta sorprendente su incidencia, mucho mayor que la normal en la población.

Fotograma de la película The Conqueror, con John Wayne (derecha) caracterizado como Genghis Khan, de lo mejorcito que nos ha dejado el whitewashing de Hollywood.
Sin duda alguna, los peores efectos de las bombas atómicas fueron los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, por el terror y sufrimiento causados, pero los ensayos nucleares, principalmente durante la Guerra Fría, no han sido inocuos. Se ha nombrado a Estados Unidos como ejemplo porque es donde más documentado está y más transparencia hay, más difícil es saber lo que ocurrió en la oscura Unión Soviética. También es imposible saber la cantidad de gente afectada y en qué grado, no todos los incidentes ni todos los afectados han trascendido y es difícil seguir y relacionar los efectos a largo plazo. Por ejemplo, los ensayos nucleares realizados entre 1951 y 1962 superaron los niveles de radioactividad a nivel global 10 veces más que en el accidente de Chernóbil. Y hasta aquí la visión antropocéntrica. Cómo esto afectó y en qué medida a millones de personas, es difícil de saber. Si bien los animales se ven menos afectados por la radioactividad debido a su menor esperanza de vida (no tienen tantos años por delante para desarrollar un cáncer), islotes enteros han sido “volatilizados”, así que el impacto sobre el medio ambiente salta a la vista y por los aires, el desierto (que también es un ecosistema) dejado como la superficie lunar y a saber los efectos de las detonaciones submarinas sobre el medio marino. La ventaja fue que, debido a la experiencia de la Segunda Guerra Mundial, y menos mal, no se les ocurrió volver a hacer un ataque con bombas atómicas hasta a día de hoy, salvo las bravuconadas que vienen desde Corea del Norte, las potencias nucleares han abandonado sus programas. También que, como ocurrió en Chernóbil, los altos niveles de radiactividad que impiden vivir al hombre hacen de estos lugares santuarios para la fauna salvaje.

Fuentes de consulta:

"Japón aprendió de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki que la tragedia forjada por las armas nucleares nunca debe repetirse y que la humanidad y las armas nucleares no pueden coexistir."
Daisaku Ikeda, filósofo, escritor y poeta, firme defensor de la abolición nuclear.

1 comentario

  1. Herejía, el Átomo nos hará libres cuando venga la Gran División. Rendíos ante el Átomo, sentid su poder y sed divididos.

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